«Rafael Pombo»
Míra esta blonda exquisita,
míra ¡qué vueltas, qué encajes!
¿No te gustan estos trajes?
dijo Clotilde a Pepita.
y este anillo es lindo, ¿nó?
¿Y el collar, y todo el resto?
mi padre me da todo esto
y sin pedírselo yo.
Nada le alegra el oído
como decirle: en la sala
nadie a su Clotilde iguala
ni en diamantes ni en vestido.
Esto que a muchas agrada,
ni un bledo me importa a mí.
tú sí… sencillita… dí,
¿Tus padres no te dan nada?
Al contrario, me dan mucho
y sin cesar, respondió
risueña la otra, aunque no
de eso que miro y escucho.
mi madre rica en ternura,
me da consejos discretos
que guardo fiel, cual secretos
de esperanza y de ventura.
y el ejemplo de llenar
todos los dulces deberes
que forman de las mujeres
ángeles para el hogar.
Cuando una joya consigo
o cuento con un ahorro
y los convierto en socorro
de un enfermo o de un mendigo;
o si olvidando una fiesta
voy a ver a un desgraciado,
sé que con esto la agrado
más que con lucir bien puesta.
Mi padre, que en ciencia es rico,
me da lección tras lección;
oro del alma, emoción
con que la uso y fortifico;
belleza que hace valer
aun sin belleza y sin arte;
el cultivo de la parte
divina de nuestro ser.
y nunca, nunca lo vi
más feliz, más placentero
que la vez que un lisonjero
le dijo hablando de mí:
no sabe usted que ya empiezo
a envidiarle aquel tesoro?
Pepa por sí misma es oro:
no ha menester de aderezo.