« en L. Lectura Alvaro Marín»
Andrés estaba muy orgulloso del gorro de lana que su mamá había tejido para él. Con las manos en los bolsillos, la cabeza levantada y la mirada como perdida en el horizonte, iba y venía por todos los rincones de su casa. Esto ocurrió hace varios siglos, pero todavía se recuerda como si hubiera sucedió ayer.
Andrés salió a la calle. La primera persona con quien se encontró fue un campesino que iba hacia el mercado. El campesino , al verlo, dió un grito de admiración. Andrés siguió su camino orgulloso.
La segunda persona fue un muchacho que hacía los mandados y que vivía cerca de su casa. cuando vió a Andrés se detuvo sorprendido:
_Te cambio le dijo mi navaja por tu gorro.
Nada había en el mundo que Andrés deseara más que un navaja, pero resueltamente respondió:
_No, y siguió su camino.
Más adelante lo detuvo una señora. ¡Qué lindo gorro! exclamó. Me parece que vas ataviado como para concurrir al baile del rey.
_Pienso ir, respondió Andrés.
Y así fue. Andrés se despidió cortésmente de la dama y se dirigió al palacio del rey.
_¿Adónde vas muchacho?, le preguntaron los guardias, a la entrada.
_A la fiesta que ofrece el rey respondió Andrés.
_¡No puedes entrar sin vestido de gala!
_Llevo el gorro que mí mamá tejió especialmente para mi.
Los soldados se miraron y lo dejaron pasar.
Andrés entró.
La persona mejor vestida de la Corte era la princesa; cuando vió a Andrés, se vino hacia él y, tomándolo de la mano lo condujo al fondo del salón.
Los invitado todos de gran uniforme, presenciaban admirados lo que estaba ocurriendo.
La princesa lo invitó luego a la mesa donde mas tarde debía de servirse el banquete. Platos de oro y finísimos vasos de cristal brillaban, iluminados por la luz de las lámparas. Ella ocupó una silla y su lado tomó asiento Andrés. Había ricos postres y delicioso sorbetes.
_Puedes tu comer con la cabeza cubierta, Andrés?
_Si, puedo, Alteza, contesto él, mientras se aseguraba el gorro con ambas manos.
La princesa sonrió.
_Cambiarías tu gorro por todo lo que hay en esta mesa?, le pregunto la princesa.
Andrés movió la cabeza para un lado y otro, en señal de negativa, La princesa lo abrazó y llenó sus bolsillos de dulces y chocolates.
_Me ragalarías ahora tu lindo gorro. Andrés?
_No puedo, siento mucho no hacerlo, princesa, contestó Andrés y volvió a sujetarse el gorro, como si alguien quisiera arrebatárselo.
Justo en ese momento los criados abrieron una gran puerta y apareció el rey. Llevaba una gran capa…. y pesada corona en la cabeza, llena de esmeraldas diamantes y rubíes
Saludo a su hija, con un beso y estrechó la mano de Andrés. Qué hermoso gorro tienes le dijo. ¿Lo cambiarías por mi corona?
Al decir esto, el rey tomo la corona en una mano alcansándosela, y con la otra trataba de alcanzar la cabeza de Andrés.
Andrés se dió cuenta de que él no podía discutir con el rey. Lleno de temor, empezó a mirar las puertas de escape. Luego súbitamente corrió hacia la calla, sin mirar hacia atrás. Atravesó el salón, llegó a la puerta y pasó por en medio ce los soldados, más rápido que el viento. En la carrera, Andrés perdió dulces, chocolates y cuanto llevaba en los bolsillos.
Y al final observando nerviosamente hacia atrás y sin parar un segundo, todavía se estiraba el gorro contra las orejas.
Al llegar a su casa fue a parar directamente a la sala. Sus padres y hermanos lo rodearon y le preguntaron que había ocurrido. Andrés les contó punto por punto cómo había llegado hasta el palacio real y en qué forma lo había obsequiado la princesa.
Después refirió que el rey le había ofrecido cambiar su corona por el gorro y que él no había aceptado.
Una de sus hermanas le dijo mal humorada:
_Andrés tu eres bobo. El más bobo de cuantos muchachos existen en la tierra!
Esto enojó a Andrés. No soy bobo afirmó, porque nada hay en el mundo mejor que el gorro que mi mamá tejió para mi. Ni la corona del rey.
Al oír decir esto, su mamá lo beso y lo estrechó contra su corazón.
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