Era Juan Chunguero insigne gaitero
con la misma gaita que fue de su taita,
y aunque un aire solo trinaba este Apolo
furibundo estrépito formaba con él.
Y muchas parejas, y aun viejos y viejas,
bailaban en tanto con risa y con canto,
y de ellos no pocos resultaron locos
por arte diabólica del músico aquel.
La abuela Tomasa volviendo a su casa
bailó una cachucha, tan ágil, tan ducha,
que vieja y canasto se hicieron emplasto
y tortilla espléndida de huevos con pan.
Dicen que un cordero salió maromero
y montó en un lobo que andaba hecho un bobo
Y aquella vaca que ordeñaba Paca
armó con el cántaro una de ¡San Juan
Iba en su camino sudando un pollino
y dándole palo su enemigo malo,
mas oyó el gaitero y ¡adiós del arriero!
Y ¡adiós carga y látigo, cabestro y cinchón!
Pero no hubo gloria en toda esta historia
como la de aquella pastorcita bella
viendo ya encolada toda su manada
valsando alegrísima de la gaita al son.
Y al ver a Pastora aquel Juan Chunguero,
y oyendo a Chunguero la linda Pastora,
él se hizo pastor; gaitera, Pastora,
y él su corderito y ella su cordero.