Señor mosquito, ya yo me hago cargo
de la penosa situación de usted.
Ya eso no es cuerpo, eso no es mas que el largo
de un cuerpo que hubo, y que hoy es
hambre y sed
.
Ya es excesivo tanto laconismo,
ya es imposible compendiarse más,
ya usted no es más
que el forro de usted mismo,
y muy justo es que busque lo demás.
Yo bien quisiera, créame usted, sacarlo,
de tan precaria y triste condición,
y, cual si yo no fuese yo, dejarlo
rehacerse en mí y hartarse a discreción.
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Pues siempre soy y he sido buen patriota
y no me aterran sacrificios, no.
Todos ofrecen dar la última gota;
¿Por qué rehusarle la primera yo?…
.
No tengo mucho que ofrecer, soy franco;
pero a lo menos ya cené por hoy,
y sin temor le diera firma en blanco
contra lo poco que yo tengo y soy.
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No creo que usted me suprimiera entero;
alguna cosa ha de quedar de mi,
y me traería un sueño placentero
pensar que a un pobre mesa y pan le dí.
.
Más viene usted con circunloquio tanto,
y llora tanto y soba tanto usted.
Que señor mío, ni que fuera santo…
¡Zas!… ¡Helo allí, pintado en la pared!.
