La mamá de Blanca y Rosa
trajo de la calle un día
una muñeca preciosa,
vestida como una diosa,
de seda y argentería.
“¡Para mí, ¡No! ¡para mí”
gritó al verla cada una;
y ella les dijo: ¡Alto ahí!
si la disputáis así
será más bien de ninguna.
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Voy a dársela esta noche
a quien se porte hoy mejor;
y si os portáis sin reproche
todas dos, a la otra un coche
daré del mismo valor.
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La madre condescendiente
dejó que una y otra niña
viesen de cerca el presente;
tomáronlo, y prontamente
entre las dos se armó riña;
pues cada cual se empeñó
con manos, uñas y brazos
en que a ella se le dio
la muñeca; y resultó
que el dije se hizo pedazos.
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No hay cosa más tonta y fea
que dos niñas peleando;
las detesta el que las vea,
y pierden en la pelea
eso que están disputando
